En Alemania, los onomásticos se asocian tradicionalmente con las fiestas de los santos cristianos, cuyos nombres reciben muchas personas al nacer. Aunque no se celebran tan ampliamente como en otros países, los onomásticos todavía tienen un significado cultural para algunos, especialmente en regiones católicas como Baviera. La celebración suele implicar pequeños gestos, como regalar una tarjeta, flores o un obsequio simbólico, en lugar de festividades elaboradas. Los amigos y familiares pueden felicitar a la persona, de forma similar a un cumpleaños. A nivel mundial, los onomásticos son más prominentes en países como Polonia, Grecia y Hungría, donde se celebran a la par o incluso más que los cumpleaños. Arraigados en calendarios religiosos, honran al santo o mártir asociado con una fecha específica. En algunas culturas, las personas con el mismo nombre pueden reunirse para celebraciones comunitarias. Los onomásticos suelen estar marcados con oraciones, servicios religiosos o comidas festivas, lo que refleja tradiciones tanto personales como comunitarias.