Los onomásticos en Francia se celebran en la fiesta del santo que da nombre a una persona, según el calendario católico. Tradicionalmente, era una ocasión importante en los hogares religiosos, marcada por asistir a misa, ofrecer oraciones y recibir bendiciones. Hoy en día, la celebración suele ser más modesta y los amigos o familiares entregan pequeños obsequios, flores o una tarjeta en honor al tocayo de la persona. Los onomásticos son más comúnmente observados por las generaciones mayores o en las zonas rurales, aunque algunos todavía los reconocen como una costumbre cultural. A nivel mundial, los onomásticos tienen diferente importancia, particularmente en países con fuertes tradiciones cristianas u ortodoxas, como Grecia, Polonia y Hungría. En estas regiones, los onomásticos pueden ser tan importantes como los cumpleaños, con reuniones festivas, comida y buenos deseos. A diferencia de los cumpleaños, los fija el calendario y los comparten muchas personas el mismo día. Aunque son menos comunes en las sociedades seculares modernas, los onomásticos siguen siendo una forma significativa de celebrar la identidad y el patrimonio.